El hombre ha perdido una clase muy especial de libertad... que jamás se podrá restaurar.
Esa libertad era la habilidad de ir a lugares en los que jamás había estado el hombre, y de ver cosas que nadie había visto antes.
Era la libertad de abandonar determinada clase de vida
y saber que había algo: algo distinto.
Había lugar para escaparse.
La libertad, la verdadera libertad, requiere espacio para ejercerla.
Es por eso que en este tiempo de lo instantáneo y desechable, la fotografía nos da un respiro, un lugar donde detenerse a observar, un pequeño reducto de calma y de paz, la oportunidad de abrir la ventana para respirar hondo y sentir otra vez el aire, ese aire que viene de lejos...
De eso se trata…